Editorial

May-Jun, 2013  |  Editorial

La actual cultura del consumo ha dado a la humanidad un desarrollo material sin precedente. Este desarrollo ha tenido como fundamento la idea de un mundo abundante, en el que los recursos son ilimitados y están ahí para nuestro abasto. De este modo, nos acostumbramos a utilizar recursos aprovechando únicamente una pequeña parte de su potencial; esto tiene una contraparte que pone en riesgo la viabilidad de una sociedad realmente humana: el desperdicio. Desde nuestro punto de vista, éste es una de los principales retos por resolver, a nivel social, organizacional y personal: cambiar de una idea del derroche, a un modelo racional en el uso de recursos es indispensable para tener un futuro digno; es decir, asumir una cultura del aprovechamiento.

Este concepto debe estar en el corazón de las acciones que como sociedad podemos emprender para erradicar el hambre y reducir las enormes brechas de desigualdad a las que nos hemos (tristemente) acostumbrado. Así, mientras que los países desarrollados tienen pérdidas de alimentos del orden del 2%, las naciones en vías de desarrollo pierden por manejos inadecuados y falta de infraestructura básica hasta el 40% del alimento que producen; resulta paradójico que, precisamente donde más hambre existe, es en donde más alimento se desperdicia. Nuestro país no es la excepción, encontrar alternativas viables para la gestión de alimentos es el primer paso para mitigar el hambre; los empaques, películas y recubrimientos pueden aportar una solución accesible y conveniente para tal efecto.

En este sentido, para reducir el estrés hídrico que tiene nuestro país, es también necesario un aprovechamiento racional del agua. Si bien más de tres cuartas partes del agua dulce disponible es destinada para actividades agropecuarias, la industria debe también atender a una disponibilidad cada vez menor de este recurso. Por ello, la captación y gestión adecuada del agua de lluvia es también un tema que se encuentra en el centro del aprovechamiento.

A la fecha, en la mayoría de nuestras actividades seguimos actuando como si la capacidad de regeneración de los ecosistemas fuera infinita, es decir, como si el medio ambiente pudiera limpiar todos los desperdicios que en él vertimos; la idea de un mundo finito en el que los recursos tienen que ser cuidadosamente aplicados empezó a tomar fuerza a partir de la década de los años 60; actualmente es una tendencia dominante en el discurso mundial, pero no en la práctica.

En particular, también relacionado con el tema del agua, las descargas de grandes cantidades de surfactantes de difícil degradación han generado problemas serios de contaminación. Actualmente existen productos que tienen excelentes características técnicas de detergencia, mojado y emulsificación -entre otras-, pero que, al ser biodegradables, no generan los problemas ambientales que los detergentes tradicionales han provocado, por lo que su integración a los ciclos naturales es mucho más sencilla, vemos en ello también un principio de aprovechamiento, el de los llamados servicios ambientales.

En cuanto a las pinturas, los llamados recubrimientos electrostáticos tienen dos características virtuosas hacia el aprovechamiento de recursos: por un lado, son libres de compuestos orgánicos volátiles (VOC) -por ejemplo, en la ciudad de México, las pinturas tradicionales son responsables por el 22% del aporte de estos contaminantes a la atmósfera-, por otro lado, su adecuada aplicación permite recuperar hasta el 98% del polvo que no se adhirió a la pieza por pintar, lo que significa que la pintura desperdiciada es realmente mínima. Otra característica es que la capa de pintura que forma es uniforme, lo que optimiza la cantidad de producto necesario para cubrir una pieza metálica, con excelente desempeño.

El recurso más valioso con el que cuenta una organización es el humano; son los colaboradores los que hacen posible que una empresa funcione, y la creatividad y motivación sí son en verdad un campo de abundancia infinita; por lo que tener personal desmotivado y que no empeñe sus mejores facultades en favor de una causa común, es tal vez el peor de los desperdicios. Por ello, a nivel organizacional, el tema más importante es tener una estrategia clara de desarrollo a través de la gestión de recursos humanos. Las personas motivadas y convencidas de la tarea común aportarán entonces su creatividad y sus mejores aptitudes para construir una gran empresa.

México es un país dotado de recursos naturales, tiene una de las reservas genéticas más grandes del mundo, cuenta con una enorme diversidad -tanto natural como humana-, es una de las 12 naciones más biodiversas y su subsuelo es aún abundante en riqueza mineral. Para que nuestro país sea verdaderamente el cuerno de la abundancia que Humboldt declaró en el siglo XIX, necesitamos abrazar entre todos una verdadera cultura del aprovechamiento.

Raúl Macazaga


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