Semillas transgénicas

Nov-Dic, 2014  |  Sustentabilidad

¿Alternativa viable o amenaza?

Una semilla transgénica es aquella a la que, de forma artificial, se la ha insertado un gen o genes de otras especies para obtener propiedades distintas a las originales: cultivos que producen su propio insecticida, plantas resistentes a herbicidas, frutos con larga vida de anaquel y capullos donde crece algodón de colores son algunos de los ejemplos más populares de características obtenidas mediante la tecnología de organismos genéticamente modificados (OGM).

A pesar de los aparentes beneficios que los cultivos transgénicos presentan a primera vista, el tema constituye uno de los puntos más polémicos sobre seguridad alimentaria, puesto que, por un lado, estos organismos han sido propuestos como una alternativa viable al abastecimiento de alimentos pero, por otra parte, los riesgos a la salud y al medio ambiente, así como sus efectos económicos, no han sido claramente estudiados o expuestos.

UN POCO DE HISTORIA

La primer planta transgénica fue creada en 1983 cuando se consiguió insertar el gen de la luciferasa, presente naturalmente en las luciérnagas, para obtener tabaco fluorescente. Este experimento no tuvo fines comerciales, sin embargo, poco después comenzó el desarrollo de este tipo de semillas para su comercialización en el mercado.

En 1992 se sembró el primer cultivo transgénico de tabaco en China, y en 1994 surgieron las primeras plantaciones comerciales en EUA. En 1995 existían únicamente 200,000 hectáreas (ha) de estas plantaciones, para 1996 los terrenos cultivados habían aumentado a 1.7 millones de ha. En el año 2000 el número de cultivos transgénicos ascendía a 43 millones de hectáreas y para el año pasado, de acuerdo a datos del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA, por sus siglas en inglés), la extensión de cultivos transgénicos alcanzó 175 millones de hectáreas en un total de 27 países.

En 2013, América Latina, Asia y África contaban en conjunto con el 54% de las hectáreas cultivadas con transgénicos a nivel mundial, esto significó un aumento del 2% con respecto al año anterior.

TRANSGÉNICOS, LA POLÉMICA

La tecnología mediante la cual se producen los OGM se basa en la transferencia de cualidades útiles (genes) desde organismos de una especie hacia otros de una especie diferente. Estas características están enfocadas, en su mayoría, en la disminución de pérdidas y el consecuente aumento de la productividad de las parcelas, bajo el modelo del monocultivo. Si bien es cierto que con el crecimiento poblacional la demanda de alimentos aumenta, resulta importante preguntarse si la relación costo/beneficio se mantiene en el corto, mediano y largo plazo. Además sería relevante fomentar la investigación y aplicación de herramientas alternativas que puedan aumentar la producción de alimentos sin las desventajas que la tecnología de los OGM representa.

Las posturas a favor de estos organismos indican que la tecnología puede ser útil en el combate contra el hambre, sobre todo para enfrentar el panorama futuro. Sin embargo, dado que gran parte de las semillas transgénicas pertenecen a empresas transnacionales, surge el cuestionamiento de si verdaderamente la tecnología estará al alcance de todos los agricultores.

De acuerdo al Informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de 2001, las alianzas, fusiones y compras de empresas relacionadas transgénicas y agroquímicos resultaron en una alta concentración asimétrica de las líneas de productos en grandes conglomerados. Esta situación enciende un foco de alerta en el tema de la soberanía alimentaria de cualquier país, ya que la propiedad sobre las semillas disminuye el grado de independencia en las decisiones nacionales en el tema de alimentación. Este punto es el más relevante en términos sociales y económicos cuando se habla de OGM.

Desde el enfoque de propiedad industrial, se ha cuestionado qué tanto las empresas privadas se han beneficiado de una característica desarrollada mediante procesos ecológicos y evolutivos, en los cuales el ser humano no ha tenido injerencia. Si bien ha existido un gran avance tecnológico en técnicas moleculares que hacen posible la transferencia génica, las secuencias génicas que proporcionan una característica particular son resultado de la historia evolutiva de la especie. En este sentido, expertos consideran excesivo que por el hecho de insertar uno o algunos genes a un ser vivo, el cual contiene varias decenas de miles de éstos, se le otorguen derechos de propiedad industrial sobre el ser vivo en su conjunto. Con todas estas acciones debemos preguntarnos si los OGM pueden considerarse una nueva forma de vida o solamente una contaminación a la ya existente.

Es preciso explicar que no solo empresas privadas realizan desarrollo de organismos transgénicos, por ejemplo, el Instituto Tecnológico Federal de Suiza, en Zurich, incorporó la ruta metabólica del beta-caroteno, un precursor de la vitamina A, en el arroz, de tal manera que se acumulara en el grano. El objetivo del trabajo era mejorar las condiciones nutricionales de los niños que habitan en zonas altamente marginadas. La tecnología fue puesta a disposición de países de África subsahariana sin costo alguno, ellos rechazaron la oferta.

Así como la mayor parte de los países europeos y otros del mundo como Rusia, quienes han legislado prohibiendo el cultivo de semillas transgénicas en sus territorios.

Ante la diversidad de realidades y necesidades de cada país, los transgénicos, como cualquier otra herramienta, no deben ser juzgados a la ligera, sus beneficios o prejuicios están relacionados con el contexto y las medidas preventivas con las que son utilizados. Sin embargo, dada la situación actual y las circunstancias generales para su aplicación, los expertos ecólogos, genetistas y sociólogos mencionan las siguientes desventajas:

1) La posibilidad de transferencia de polen desde plantas transgénicas hacía otras compatibles (de la misma especie pero de distinta variedad), a especies silvestres o ancestrales,puede tener un impacto directoe indirecto sobre la biodiversidad.

2) Las características de resistencia a plagas en los OGM podrían afectar especies benéficas como abejas o catarinas, con su consabido impacto a lanaturaleza.

3) Surgimiento de nuevas plagas por eliminación de competidores y selección de organismos multiresistentes. De acuerdo a una investigación publicada en Nature, en 10 años de uso de maíz Bt (resistente a polillas) surgieron cinco especies resistentes, la primera de ellas apreció dos años después de haberse liberado la patente.

4) Actualmente, gran parte de la tecnología de OGM está planeada para conferir resistencia a herbicidas, por lo tanto, el uso de estos agroquímicos se promueve, aumentando la probabilidad de contaminación de alimentos, agua y suelo.

5) Los cultivos transgénicos promueven los sistemas de monocultivos, los cuales muestran problemáticas graves de sustentabilidad, sobre todo por la cantidad de insumos (principalmente químicos) y energía que requieren. A éste sistema, se le suma el desplazamiento de campesinos y agricultores, obligándolos a dedicarse a actividades no productivas.

6) Las semillas transgénicas están protegidas mediante patente y por lo tanto se imposibilita su intercambio, afectando las costumbres campesinas. Por otro lado, existen semillas cuya descendencia es estéril, de esta forma no es posible su uso continuo, lo que obliga al agricultor a comprar semillas cada temporada de cultivo.

7) Existe la posibilidad de impacto negativo en la nutrición y la salud humanas; aunque este punto no ha sido comprobado de manera rigurosa para todas las enfermedades que se cree están relacionadas con los transgénicos, existen investigaciones que relacionan el aumento de alergias y el consumo de estos productos, en especial con la soya transgénica.

En México el caso es especial y se relaciona directamente con el punto número uno, puesto que el país es centro de origen, domesticación y diversificación de varios cultivos alimenticios, en particular del maíz. La diversidad genética de las miles de variedades de maíz en nuestro territorio es un recurso fundamental para la seguridad y soberanía alimentaria, dado que los genes son, en última instancia, quienes representan las posibilidades de adaptación a las variables climáticas. Un ejemplo son aquellos maíces nativos capaces de crecer con pocas cantidades de agua, como los de ciclo corto de Yucatán, o los de Tierra Caliente en Michoacán y Guerrero, estas características adquiridas a través del tiempo y debidas al manejo campesino podrían ayudar a desarrollar variedades con altos rendimientos que soporten la sequía sin necesidad del uso de transgénicos; sin embargo, la contaminación con material genético de OGM podría modificar los recursos genéticos de los maíces nativos, disminuyendo así la capacidad del campo mexicano para responder ante situaciones como el cambio climático, por ejemplo.

Existe otro punto primordial en el tema, la bioética. En esta disciplina, diversos activistas entre ellos la Dra. Vandana Shyva, señalan que obtener patentes sobre organismos tiene implicaciones profundas en la sociedad, inclusive llevan a la bancarrota a productores que no pueden pagarlas. En este sentido el cuestionamiento obligado tiene que ver con el desarrollo del campo que incluya la participación, permanencia y dignidad de aquellas personas que por cientos de años han resguardado conocimiento fundamental sobre de los recursos alimentarios del país, es decir, los agricultores.

Aunque no existe una receta para solucionar los problemas del campo, en muchos lugares del mundo se plantean soluciones que en conjunto pueden ser la respuesta a la producción y abastecimiento de alimentos, entre ellas, regresar a una agricultura menos demandante de insumos químicos, que funcione como un ecosistema más parecido al natural, pero ese tema amerita una profundización que abordaremos en ediciones siguientes.


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