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May-Jun, 2012  |  Editorial

En un informe reciente del Foro Económico Mundial, México ha ganado peldaños en el nivel de competitividad global, ascendiendo del lugar 66, al 58; más aún, de ser una economía guiada por la eficiencia, está en la etapa de transición a ser guiada por la innovación. De este modo, a pesar de los retos que nuestro país enfrenta, hay factores que indican que tendremos buenos tiempos por delante.

No es casualidad, el tema de la competitividad está empezando a asimilarse en el país: cada vez más personas platican al respecto; aunque la inversión privada en investigación y desarrollo (I+D) es aún pobre, las empresas están dispuestas a empeñar esfuerzos por aumentar el valor que ofrecen al mercado; los argumentos con los que se compite en México han pasado de ser meramente regionalistas, a basarse en la calidad como condición de mercado.

Así, incluso una vez que las campañas por la presidencia han iniciado, se percibe un ambiente político estable, con una voluntad común hacia la competitividad. Al margen de las descalificaciones, cada partido plantea a la sociedad diferentes caminos, visiones de futuro. En suma, modos de tener un lugar en el orden mundial. Nos corresponde a los ciudadanos analizar las propuestas, confrontarlas y optar por la que cada quién crea que se encamina más al país que su corazón anhela.

Como sociedad diversa, seguramente no habrá un consenso único, pero a lo largo de dos siglos de vida independiente, hemos aprendido el valor de la pluralidad, del respeto y del diálogo, aún en la divergencia. Esta multitud de visiones bien entendida, puede ser una de las mayores fuentes posibles de competitividad y de creatividad. Al encontrar el modo de convivir, con la diferencia de aceptarla, sabremos también atender otros puntos de vista, cambiar lo que pensamos que es inamovible y, por ende, reconocer nuevas soluciones a nuestros problemas. En esta ocasión, a diferencia de otras contiendas, todos los candidatos proponen soluciones equiparables a los temas de competitividad nacional; este hecho es más importante que las diferencias en la forma de perseguir este fin común.

En este número de Tu Interfaz de Negocios, se plantean visiones hacia la competitividad en varios rubros: la acreditación como una parte fundamental del proceso de metrología, normalización y evaluación de la conformidad; la planeación estratégica como una herramienta que permite afrontar el futuro -o como se dice en prospectiva, “los futuros”- de manera creativa y estructurada; la información y el conocimiento como elementos que moldean nuestra actualidad empresarial; los pasos para llevar a un negocio hacia la nueva realidad que representan las redes sociales; algunas perspectivas que están moldeando las actividades de tres sectores: envases para alimentos, pinturas y recubrimientos amigables, e industria metalmecánica.

Al respecto de esta última, México tiene grandes oportunidades que aprovechar. Nuestra industria PyME enfrenta el reto de flexibilizar sus líneas de producción, incrementando a la vez la calidad. Las empresas que sepan ver el futuro de bajo volumen y alta mezcla, serán las que prevalezcan en los mercados de mayor valor agregado, con verdaderas ventajas competitivas.

De manera especial, quiero expresar mi agradecimiento hacia los expertos que amablemente nos otorgaron su tiempo y su saber para enriquecer esta revista.

Raúl Macazaga

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